domingo, 6 de diciembre de 2009

Apología del lenguaje científico

“…lo que siquiera puede ser dicho, puede ser dicho claramente; y de lo que no se puede hablar hay que callar. El libro quiere, pues, trazar un límite al pensar o, más bien, no al pensar, sino a la expresión de los pensamientos.”

En 1918 Ludwig Wittgenstein conmocionó al mundo justo cuando el mundo que salía de una gran conmoción. Ese año terminó la Gran Guerra, el conflicto armado más grande de la historia hasta aquel entonces. Wittgenstein, con la publicación del Tractatus, conmovió los cimientos del pensamiento como Alemania lo hizo con el mundo. Alemania lo haría una segunda vez, Wittgenstein también: pero esa es otra historia. En aquellos días daba la impresión de que el mundo iba demasiado rápido. Ya se veía entonces que la velocidad de la modernidad no era del todo conveniente. Trazar un límite, frenar a la filosofía (en el sentido de disminuir la velocidad), ya había sido intentado por muchos filósofos anteriores a él. Aún así, la posmodernidad no llegó hasta que llegó él.
En ocasiones me parece que hay dos tipos de pensadores. Unos más prudentes y cautelosos y otros más osados pero en ocasiones precipitados. Unos pretenden alcanzar la verdad hasta tal punto que pueden llegar a construir sistemas tan poderosos como para llegar a la realidad desde un representacionismo sin intencionalidad. Los otros, aman la verdad lo suficiente como para detectar y denunciar los excesos de los primeros. No pretendo hacer aquí una dialéctica entre tipos de filósofos. Más bien, quería apuntar a una idea que me parece fundamental para expresar mi opinión sobre el pensamiento, tan escasamente conocido por mí, de un hombre que parece haber cambiado la historia de la filosofía. A mi modo de ver, hay unos pensadores que impulsan a la filosofía, y otros que la previenen de caer en un barranco.
La labor crítica de la filosofía, en la humilde opinión de este autor, consiste en desmontar el idealismo y regresar al sentido común, a la realidad. Nadie que esté en sus cabales pretende adscribirse la etiqueta de idealista. Quizá, en el sentido en el que estoy hablando, todo filósofo se considera a sí mismo realista. Cuando Berkeley llevó al empirismo de Locke a una de sus últimas consecuencias y negó la substancia material se defendió a capa y espada; en todo momento se consideró más realista que todos los filósofos. Lo mismo podríamos decir de Fitche, Schelling o Hegel. En filosofía la palabra idealista parece ser uno de los insultos más grandes que se pueden recibir. Wittgenstein, desde esta perspectiva, es para mí un filósofo realista. Es de esos que no cayó en el barranco, sino que al contrario sirvió de ancla para que no cayeran los demás.
Para un estudiante de filosofía, Wittgenstein parece de entrada un aguafiestas. Un pensador que viene a imponer límites al pensamiento, es como un adulto que, a mitad de la fiesta, apaga la música y manda la gente a su casa. La prudencia no se lleva bien con la juventud. Aquí me gustaría añadir un matiz muy importante, pues a mí me costó entenderlo: Wittgenstein no es un crítico inhumano, su crítica no es a lo inefable sino a la imprudencia. Cuando Wittgenstein traza los límites del lenguaje, no pretende exterminar a la poesía ni al arte, no pretende exterminar todo lo que está detrás de esos límites. Por el contrario intenta protegerlos. Para Wittgenstein, hay que callar lo que no se puede hablar sólo cuando se está haciendo ciencia, no cuando se experimenta la belleza interior de una persona. Creo que Wittgenstein tenía un pensamiento mucho más profundo que el que se atrevió a expresar y precisamente por eso decidió limitar el lenguaje científico. Quiso separar lo Dorado de la ciencia gris de su época. La Belleza y la ciencia (tal como la entendía él) no se llevan bien. Para él, la ciencia es gris y la poesía es dorada pero de ninguna manera la poesía puede ser gris o la ciencia dorada. Cuando hablamos de lo inefable nos quedamos siempre cortos, a veces decimos tonterías, esas tonterías se le pueden perdonar a un poeta, pero no a un filósofo.
Por estas razones, mi reproche a Wittgenstein no es una apología de la filosofía si no una apología del lenguaje. Aunque no lo entienda como se merece, y evidentemente resulte muy aventurado exponerlo, me parece que cuando Wittgenstein limita al lenguaje científico lo está matando. Una cosa es enlazar al filósofo que corre al abismo y otra asfixiarlo con el lazo. Lo inefable es quizá lo más inteligible que hay, el problema es confundir lo inteligible con lo claro y distinto. Cuando se limita al lenguaje, cuando se le separa del pensamiento, el lenguaje pierde sentido. El pensamiento es el que dota de significado al lenguaje, y no al revés. Este giro, efectivamente limita al pensamiento, pero es evidente que el lenguaje al conservar exclusivamente su convencionalidad está destinado necesariamente a desaparecer, a perder su racionalidad.

3 comentarios:

  1. "Lo inefable es quizá lo más inteligible que hay", pero no hay nada que no pueda ser expresado. Es la magia del pensamiento, el arte del verdadero filósofo y del poeta. El pensamiento va más allá de lo expresado y por ello hay avances en el lenguaje y en filosofía. Cuando Heráclito percibió el Logos tuvo que hacer poesía, igual que Parménides con el Ser o Platón con las Formas. Pero Aristóteles pudo expresar todo lo que sus precedecesores habían percibido como inefable. Sólo hay que esperar que renazca Aristóteles para volver a valorar de la verdadera poesía...

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  2. La última parte no la pude entender bien. Sin embargo, me atrevo a hacer estos comentarios aún cuando pueda caer en el error de haberte comprendido mal:

    Tu dices: “me parece que cuando Wittgenstein limita al lenguaje científico lo está matando. Una cosa es enlazar al filósofo que corre al abismo y otra asfixiarlo con el lazo”
    Lo que Wittgenstein sostiene es que el lenguaje científico debe limitarse a investigar las cosas del mundo, los objetos, la realidad. Eso no es matarlo, sino circunscribirlo. Si pensamos que el lenguaje debe inmiscuirse para bien o para mal (como pensaban los positivistas) en asuntos como ética, estética, religión, antropología, entonces eso sí sería matar a la ciencia, pues Wittgenstein se opone a que la ciencia construya un discurso sobre esas cosas o que determine científicamente que esos ámbitos son innecesarios para la vida humana en general.
    Sobre tu última frase en lo citado sobre asfixiar al filósofo con el lazo: eso sólo se sigue si creemos que la labor del filósofo es análoga a la labor del científico. Si no creemos eso, como Wittgenstein, sus asertos son más que liberadores. Le esta diciendo al filósofo: no confundas tu labor con la labor del científico, no pretendas hacer teorías ni encontrar explicaciones causales. Esto queda más claro cuando leemos su pensamiento maduro en las “Investigaciones Filosóficas” y otros textos.

    Por otro lado al final creo que hablas de los límites del pensamiento y de los límites del lenguaje, y parece que estuvieras hablando del limite como si fuera una especie de “cerca lingüística” que no nos dejara ver algo más o que restringiera al lenguaje sin dejarlo salir a un paraíso de inefabilidad. Esto es un error. Cuando Wittgenstein habla de límites habla es de un “límite trascendental”. Es decir, que el lenguaje esta limitado en el sentido en que algo es condición de posibilidad para su existencia para la existencia del mundo y del pensamiento: la lógica. No hay nada más allá del límite pues el límite no es externo, como en una cerca, el límite es interno. Wittgenstein mismo coloca una analogía que nos ayuda a elucidar la idea de mejor manera, es la analogía del ojo y el campo visual.
    Para Wittgenstein el campo visual es ilimitado, no hay límites externos. Es el ojo el que es el límite interno del campo visual, pero hablar de un más allá del ojo carece de sentido. No hay un reino de inefabilidad más allá de la lógica. Pensar que sí la hay fue una errónea interpretación del Tractatus que fue muy común por algún tiempo, pero que ya esta superada.
    Hay que entender bien la idea de Wittgenstein del límite, sino nuestras críticas, aunque puedan ser acertadas en general, se apoyan en razones erróneas.

    Un muy buen ensayo, felicitaciones.

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  3. Rafa,

    Mil gracias por tu lectura. A ver si conseguimos resucitar al estagirita. Bien le vendría a nuestra época.

    Caracorl,

    Primero que nada agradezco tu atenta lectura y tus comentarios. Entiendo que no entiendas mi última parte (si te confieso yo tampoco la tengo muy clara). Verás este fue un esnayo que esboze a última hora para mi clase de filosfía del lenguaje. Nunca he estudiado a Wittgenstein con profundida y cualquier cosa que pueda decir de el debe tomarse muy a la ligera (ni siquiera conozco al segundo Wittgenstein , notengo idea de lo que dice). De cualquier manera, me interesaría muchísmo discutir su tésis de la limitación del lenguaje. Evidentemente lo que entendí al leerlo no está expuesto aquí. De momento estoy en examenes, pero si me das tu correo podemos intercambiar ideas cuando terminen. POdría exponerte brevemente lo que entiendo y luego tu me corregirías.

    un saludo.

    Chelas

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